El Martes de Campo me zambulle cada año en la verdadera idiosincrasia de Oviedo, ciudad que siento como mía y que me ha acogido y adoptado como uno más de los suyos.
Ramiro Fernández Alonso / Psicoesteta
La emérita y ejemplar sociedad “La Balesquida” ha sabido siempre ser rigurosa vigilante de las tradiciones que conlleva la fiesta de “La Ascensión” y el popular “·Martes de Campo”.
Nunca deja de sorprenderme la impresionante respuesta de la ciudadanía a sus fiestas. Los carbayones –tan fuertes y vigorosos como el mítico árbol de los celtas que siempre muere de pie- demuestran cada día un sentir muy especial -se podría calificar de idolátrico- a todo lo que lleva el sello ortodoxo de Oviedo.
Manuel de Cimadevilla / El nietu Celo Xuan. Periodista y cantautor
Martes de Campo, o Martes de la Balesquida, qué recuerdos y qué actualidad! Recuerdos de un día de libertad con la pandilla, con los ovetenses. Recuerdos del olor de la hierba, primera alfombra de emociones, pues a medida que nos íbamos haciendo mayores ya no nos tomábamos el bollo y el vino en el suelo. Recuerdos de lo mal que me sentaba el vino, y de lo mucho que me gustaba el bollo preñao. Recuerdos y actualidad cuando lo narraba por la radio. Cuántas entrevistas hechas con este motivo! Cuántas conexiones en directo con el Campo de San Francisco! Actualidad porque ahora, que soy guía oficial de Turismo del Principado de Asturias, narro cada día a mis clientes lo que es la Balesquida, cofradía ovetense, antigua donde las haya respecto de las cofradías españolas. Hablo de Ella, de la bellísima Virgen de la Esperanza que preside la Capilla, hablo de Velasquita Giráldez, rica dama quién, sin saberlo, preparó ya en el siglo XIII los mimbres para esta cofradía tan clásica y querida; hablo de los interesantes retablos e imágenes que se encuentran en el interior, de las tijeras que lucen en la balaustrada del balcón, y mezclo recuerdos, informaciones y sonrisas, como las que me producen las alegrías y vivencias que guardo de aquellas etapas de adolescencia y juventud, cuando el Martes de Campo o Balesquida significaba un día de fiesta, libertad y ovetensismo.
Regina Buitrago / Periodista y guía oficial de Turismo del Principado de Asturias GT-92
Hace unos cuantos años, la celebración del Martes de Campo, era una hermosa excusa, para que las familias se reunieran en torno al bollo y a la botellina de vino blanco, que la Sociedad de La Balesquida, dispensa a sus socios. En mi familia siempre se celebró en el Campo de San Francisco.
Alfredo Vázquez Bobes
Para un ovetense que ha tenido la suerte de nacer y vivir toda su vida en la capital de Asturias la fiesta del Bollo, el Martes de Campo, siempre supuso la cercanía al verano y el dejar atrás los densos meses del invierno ya que en plena primavera la luz en nuestra ciudad es distinta, más viva y alegre, y la gente parece espolletar especialmente si el tiempo acompaña.
Oviedo es una ciudad de tradiciones, a Dios gracias, y el Martes de Campo es una de ellas. Una fiesta universal en la que familias, amigos, pandillas… se dan cita en torno al bollu preñao y al buen vino que impulsa la milenaria sociedad de La Balesquida y que se extiende por toda la ciudad, más allá de las fronteras del propio parque de San Francisco, llenando otras zonas verdes y también la mayoría de los establecimientos.
En una frase, el martes de campo es una fiesta consustancial a nosotros mismos, los ovetenses. Pues a disfrutarla un año más.
Luis José de Ávila / Periodista
El Martes de Campo fue la primera inyección de carbayonismo que recibí: nuestra historia (Balesquida), nuestra tradición (paxarines), nuestra fiesta (el bollu y el vino), nuestra naturaleza (poder pisar las praderas del Campo de San Francisco sin que te persigan los vallaurones...). Siempre lo disfrutaré en Oviedo.
Adolfo Casaprima Collera / Escritor
De todas las celebraciones que se organizan en Oviedo, el Martes de Campo o Martes de Bollo o La Balesquida –tres denominaciones distintas para una sola fiesta verdadera- es la que siempre me gustó más, pero con diferencia.
Quizá sea por las fechas; en plena primavera primaveral. Quizá sea por su singularidad indiscutible. Quizá sea porque siempre ha sido la más participativa y popular o quizá sea, vaya usted a saber, porque cuando era adolescente marcaba la antesala del verano que iba a llegar y por consiguiente las vacaciones y todo lo que implican.
El Martes de Campo es casi un sentimiento, un termómetro que marca el estado de ánimo y que representa, sobre todo, las ganas de vivir. Si no hubiera un Martes de Campo, habría que inventarlo.
David Serna / Periodista