Libros y fuego en Trascorrales

Una copa de más sí la llevaba. De pronto escucho a La Pescadora de serena expresión ¿tendrás un pitillo?

LIBROS Y FUEGO EN TRASCORRALES

 Una copa de más sí la llevaba. Para ser madrugada del lunes El Antiguo mantuvo el ánimo. Por la Calleja de los Huevos penetró el irresistible aroma a libro, seguir el rastro y alcanzar la puerta de la antigua plaza del pescado fue todo uno; lógico, unas horas antes se había clausurado Libroviedo. De pronto escucho a La Pescadora de serena expresión ¿tendrás un pitillo? Sí, toma, respondió El Vendedor de Pescado; lo que no tengo es fuego, llevo un rato esperando que alguien pase. Pregúntale a La Lechera, siempre tiene una caja de cerillas. No es necesario, yo llevo, les dije. Presto me acerqué a ella que, mientras aspiró una bocanada, con un gracioso mohín me dio las gracias. A él casi le chamusco la nariz por aprovechar la colilla que mantenía entre los labios. Con las mismas, créanme, tomé las de Villadiego, no sin antes regalarles el mechero.

vendedora de pescado Oviedo