RELOJES DE OVIEDO

RELOJES DE OVIEDO

Saladino, famoso cronista ovetense, se lamenta a finales de 1879 de la anarquía que reina entre los relojes ovetenses de La Catedral, San Isidoro, Universidad, Estación del Ferrocarril y alguno más; las campanadas jamás coinciden. Para ponerlos de acuerdo, montaron en el Observatorio meteorológico de Valdés Salas, un sencillo aparato que la diera exacta. Se trataba de un cañoncito sobre el que había una lente colocada, de modo que al llegar el sol al meridiano concentrase los rayos sobre el cebo del cañón y… ¡pum! Cuando el disparo suena, medio día llega. Problema resuelto, aunque no del todo. Lo primero necesitaban sol, astro que suele fallar en Oviedo; lo segundo, el cañonazo apenas lo escuchaban en el patio. Al final, todo continuó igual, las agujas siguieron el ritmo disidente y cada uno se fiase del reloj de su chaleco.

 

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