EL ORIGEN ROMANO DE OVIEDO. Oviedo en la solapa
La fundación de Oviedo es cada vez más cuestionada por los expertos. Las investigaciones arqueológicas sorprenden con descubrimientos que ponen en entredicho el origen tradicionalmente admitido para el antiguo solar de Ovetao. El documento del siglo XII que versa sobre el pacto monástico del año 781 ―la divulgada historia de los monjes Máximo y Fromestano― ha sido una fuente que prevaleció hasta hace poco, considerándose inexistente un asentamiento humano anterior.
El repaso de la toponimia municipal sorprende por la cantidad de nombres de ascendencia latina. Por otro lado, la existencia de capiteles corintios ―el orden arquitectónico preferido por los romanos― en el antiguo palacio de Alfonso III (último rey asturiano) hacían sospechar de su procedencia, no descartándose que formaran parte de una construcción previa; tampoco se debe olvidar la presencia de dos estelas funerarias de caliza junto a tégulas, halladas en los monumentos prerrománicos de El Naranco, que inclinan a pensar en su pertenencia a la romanización.
En el año 1997 se produjeron dos noticias arqueológicas importantes que hicieron tambalear las hipótesis genéticas sobre Oviedo. Se trata de un poblado castreño en Castiellu de Llagú (a 4 km de la capital), con dataciones que dibujan un abanico que va desde el siglo V a. C. hasta los siglos I y II d. C., es decir, en plena dominación romana. El segundo se produjo en Paredes al realizar las excavaciones preliminares para la construcción del centro comercial “Parque Principado”, donde aflora ron restos de una necrópolis tardo-romana (siglos IV y V d. C.).
En el propio casco urbano era conocida la presencia romana en el actual campus universitario de El Cristo (La Muria de Paraxuga), sobre el solar donde se construyó la facultad de Medicina en 1974, con asomos de elementos arquitectónicos, cerámicas, anillo de bronce y monedas tardorromanas; en concreto, una de las piezas en bronce de Constantino fue datada del siglo IV d. C.
Las obras de ampliación del Museo de Bellas Artes en 2008 hicieron aflorar una estructura hidráulica alargada cajeada y tallada en caliza cretácica, de manera similar a lo que acontece con la fuente de La Foncalada (sobre la que crece la duda de su origen altomedieval, al menos en su totalidad). El análisis con el método del carbono 14 de mortero hidráulico de la fuente de la Rúa proporcionó una edad del siglo IV d. C., lo que la sitúa en la etapa bajoimperial. Igualmente, durante esta excavación apareció un nuevo capitel corintio tallado en mármol, típico del siglo III, y una moneda en bronce del emperador Tiberio.
Asimismo, en diciembre de 2010, al realizar obras de acondicionamiento en los sótanos del palacio arzobispal salió a la luz la existencia de un pozo cuadrangular de agua. Este manantial fue catalogado como previo al siglo VIII y demuestra, una vez más, la presencia humana con anterioridad a la Baja Edad Media. A modo de conclusión, con los vestigios relatados, entresacados de otros varios, no parece descabellado cuestionar el origen medieval admitido para Oviedo y adelantar los asentamientos preliminares ―seguramente a manera de villae ― en cuatro siglos sobre la fecha de fundación aceptada hasta ahora.
Una solapa de Manuel Gutiérrez Claverol, directivo de la Sociedad Protectora de la Balesquida.
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Fuente romana de La Rúa (Museo de Bellas Artes de Asturias).