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Monthly: febrero 2022

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Diferentes nombres para una misma plaza. Oviedo en la solapa.

PLAZA DE RIEGO. El cambio de nombres en las calles y plazas de las ciudades no es una costumbre actual y Oviedo no podía ser menos. Muy cerca del edificio histórico de la Universidad hay una plaza que a lo largo de los años pasó por diferentes denominaciones hasta llegar a Plaza de Riego como la conocemos hoy.

En el siglo XVII, por su cercanía a la Institución académica se llamaba «Plaza de las Escuelas»; después Plaza de los Pozos, al igual que la calle; Plaza de la Picota, por estar allí ubicada la «picota», donde se colocaban las cabezas de los ajusticiados; Plaza Cueto, nombre alusivo al Regidor perpetuo de Oviedo José Fernández Cueto. Y por fin llegamos al nombre actual, «Plaza de Riego, en honor al militar liberal Rafael del Riego y Flórez (incluso hubo un tiempo en que una ele se prestaba a equívocos, «del riego»).

Natural de Tuña (Tineo), vivió en la calle San José en Oviedo donde estudió. Abrazó la carrera militar y fue diputado por Asturias. Se casó por poderes con su sobrina María Teresa del Riego y Bustelo, en la iglesia parroquial de Cangas del Narcea. Comprometido con los movimientos liberales durante el reinado de Fernando VII murió ajusticiado en Madrid en 1823. La reina Regente, Maria  Cristina, firmó en 1835 un decreto por el que el general Riego «era repuesto en su buen nombre, fama y memoria». 

En la Plaza ovetense se aprobó en 1892 la instalación de una columna metereológica que nunca se utilizó como tal y sirvió de pedestal, primero al busto del geólogo Guillermo Schulz (hoy en la Escuela de Minas) y después al General Riego, obra realizada en 1993 por José Antonio Nava Iglesias, a petición de los Ayuntamientos de Oviedo y Tineo, junto con el RIDEA, para homenajear al ilustre tinetense.


FUENTES:
El tesoro de Oviedo
Wikipedia
Club Libertad Digital

Una solapa de Carmen López Villaverde,
directiva de la Sociedad Protectora de la Balesquida.


         

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El puente de Olloniego. Oviedo en la solapa

El puente de San Pelayo de Olloniego ya es mencionado en documentos del año 1145, cuando Alfonso VII de León donó al monasterio de San Pelayo de Oviedo “la tercera parte del portazgo de Olloniego”.

Sufrió varias reformas (una de ellas en 1575 a cargo de Juan de Cerecedo el Mozo), presentando en la actualidad tres arcos, más apuntado el del centro con clave gótica. Durante siglos constituyó una infraestructura fundamental dentro del Camino Real con Castilla. Para poder pasar mercancías por él, y evitar vadear el río, era necesario pagar unos derechos de peaje ―la décima parte del valor de los productos (el diezmo)― a los nobles y a la Iglesia. El cabildo catedralicio y los monasterios de La Vega y San Pelayo percibían la sexta parte de lo recaudado por el portazguero, que repartían entre sí; de hecho, la cercana torre de los Muñiz (siglo XIV ) tenía un objetivo preferente: vigilar el viaducto y facilitar la labor recaudatoria del impuesto. Transcurrieron los siglos hasta que, el día 29 de septiembre de 1676, aconteció algo singular: una gran riada del Nalón desvió el cauce hacia la izquierda, dejando en terreno seco la construcción arqueada de piedra. Tras quedar en desuso, los viajeros debían de utilizar barcazas para atravesar el Nalón.

Este original hecho geomorfológico representa un excelente testigo de los cambios de la dinámica fluvial y fue considerado en 1985 como un PIG (“punto de interés geológico”), lo que corrobora la importancia científica del evento. En 1991 fue declarado Bien de Interés Cultural. No obstante, el conocimiento sobre este histórico puente medieval aumenta sin cesar. Los arqueólogos acaban de descubrir que esta construcción tiene ocultos más de tres metros bajo tierra, lo que una vez desenterrados supondría aumentar sobremanera la esbeltez de la imagen original.

Una solapa de Manuel Gutiérrez Claverol,
directivo de la Sociedad Protectora de la Balesquida

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MINERÍA EN EL NARANCO. Oviedo en la solapa.

Hoy puede parecer inverosímil, pero el Naranco sufrió una intensa actividad subterránea, desde el siglo XIX hasta la mitad del pasado, centrada en dos recursos: hierro y carbón.
En los yacimientos de hierro la mineralización se encuentra en forma de óxido (hematites u oligisto) e hidróxidos (goethita y limonita), a los que acompañan sílice (cuarzo) y fósforo, que impurificaban la calidad del material para su tratamiento metalúrgico.
Existieron dos grupos mineros, uno próximo a Villaperi (desde 1879 a 1907) y otro en el entorno del Pevidal y la fuente de los Pastores (1902-1916). La propiedad recaía en “Fábrica de Mieres, S. A.”, empresa creada por Numa Guilhou, una de las figuras más brillantes de la revolución industrial asturiana. Para facilitar el transporte de la mina se construyó en 1880 un ferrocarril, desde Villaperi hasta un cargadero próximo a la estación del Norte. Los yacimientos de carbón se repartían asimismo en dos grupos, referenciados como del Río Nora y Cuyences. En el primero destacó mina Tarabica que trabajó desde 1843 hasta 1945. El segundo fue beneficiado en mina Inesperada que extrajo el combustible desde 1840 hasta 1953.

Una solapa de Manuel Gutiérrez Claverol,
directivo de la Sociedad Protectora de la Balesquida.