Oviedo en la solapa

 

Bacinada

 

Sí, justo a lo que les suena el título y hasta huele mal. Fue a comienzos del siglo XVI cuando el regimiento, a la vista de que las calles de Oviedo estaban muy sucias, manda pregonar que ninguno pequeño, ni grande, no sea osado de sentarse a hacer sus necesidades en las calles públicas, por donde caminan las gentes, y cada uno, en su casa, castigue a hijos y criados que lo hicieren. Por cada vez que algún niño, o niña, o mozo, o moza o cualquier otra persona de la casa fuese pillado en tal acto, será multado con diez maravedís. Como por la noche esa asquerosa evacuación podía quedar impune, ordena a todos los vecinos que, una vez amanecido, barran su parte correspondiente y limpien las suciedades, siempre antes de que suene la campana de Prima de la Iglesia Mayor. Además, prohíbe echar bacinadas de orines podres y otras porquerías a la calle. ni de noche ni de día. Ya saben, cuando escuchaban el famoso ¡Agua va! Tenían que ponerse a resguardo. Penosos tiempos para la higiene.

Imagen: «Agua va» Ángel Lizcano Monedero.