Oficina cerrada hasta nuevo aviso.
Hasta nuevo aviso, la oficina de la Sociedad Protectora de La Balesquida
se mantendrá cerrada al público.
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A finales del siglo XIX existían en Oviedo algunos hoteles de lujo que supusieron una moderna transformación en el hospedaje de viajeros. La clientela que se alojaba en ellos era muy distinguida Leer más
El entorno del Fontán representa uno de los más bellos y emblemáticos de Oviedo, pero no siempre fue así, hubo épocas en las que constituía un foco inhóspito de aguas putrefactas.Leer más
El primer caballero con este apellido, que aparece documentado, fue Nicolás Martínez de Oviedo, que sirvió al Rey de Castilla Fernando IV el Emplazado (1295–1312). Leer más
Es un hecho que un 23 de abril, “Día del Libro”, no podíamos faltar a la cita porque leer es salud, tonifica el cerebro, educa el pensamiento y nos hace más felices. Sabemos que es atípico celebrarlo sin las librerías abiertas y sin puestos en la calle, pero, a pesar de todo, a través de la ventana escucho el rumor de las bibliotecas caseras entonando el “Resistiremos” como si de un rito se tratase. Oviedo es la ciudad “Bien novelada”. Buena fe de ello la dan los apodos de Vetusta, Lancia, Pilares. Con razón la Sociedad Protectora de la Balesquida está orgullosa de su sección de relatos cortos “Oviedo en la solapa”. Desde ella, cada viernes, rendimos homenaje a nuestra ciudad y por añadido al mundo del libro. ¡Entra y disfrútala!
Alberto Polledo Arias
EL Ayuntamiento la nombró patrona de Oviedo el 16 de Febrero de 1639 siendo obispo de la Diócesis Don Antonio Valdes.Leer más
Según el Concilio de Nicea (Año 325) la fecha de la Pascua debe cumplir tres reglas y de ella dependen: Jueves y Viernes Santo, Pentecostés, la Ascensión, la Trinidad, el Corpus y en Oviedo, el Martes de Campo.
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No piensen que siempre fue igual, en la actualidad basta dirigirse al super de la esquina y cargar de pechugas, zancas o alitas de pollo nuestro morral, están al alcance de cualquiera. Ya llovió, fue en la primavera de 1867, cuando instalaron en la plaza de los Trascorrales un puesto de venta de aves, chorizos extremeños y otros alimentos. Hasta una familia artesana, por una peseta, podía permitirse el lujo de comprar una gallina y dividirla en cuatro porciones para su consumo. Escaso tiempo duró la felicidad en casa del pobre; las de la cresta roja, tanto encarecieron que casi llegaron a ser artículo de lujo. En realidad, cuando algún miembro de la familia necesitaba un buen reconstituyente tenían que recurrir al caldo de gallina y eso era un dispendio. No hablo ya de un cantarín gallo, inalcanzable para la clase trabajadora.
En Diligencia.
La duración del trayecto eran unas 60 horas. Llevaban viajeros y también hacian el servicio de correos. Leer más